El cierre de segunda temporada de Los anillos de poder (extraordinaria precuela de El señor de los anillos de Peter Jackson) consiguió hacerse ayer con un hueco entre goleadores y árbitros, lo cual, como sabe el frecuentador de este patio digital de los lunes, es un mérito dominical mayor, toda vez la inclinación del común de los mortales con calzoncillos slip a ese juego sencillo, consistente en dar patadas, que hace famosos a quienes las propinan, quienes las reciben y quienes las financian.