Cuando pasaban unos minutos de las cinco de la madrugada de este viernes, sonó el teléfono de Volga Ramírez, la alcaldesa de Villafranca del Ebro (Zaragoza, 821 habitantes). Eran los servicios de emergencias que le alertaban de que algo sucedía en la residencia a las afueras del pueblo. La regidora se calzó rápidamente un chándal, sacó de la cama a su marido y ambos se dirigieron a ese amplio chalet rodeado por campos verdes y al lado de una acequia. “No había llamas, solo mucho humo. Es muy duro lo que he visto, muy duro”, reflexionaba después sobre lo que presenció. Diez internos fallecieron por la humareda generada por el incendio en la habitación de un residente. 59 sobrevivieron. Un cigarrillo pudo ser el causante.