La contundente victoria de Donald Trump –conste en acta: no me gusta Donald Trump ni tampoco Kamala Harris- es la respuesta ciudadana a ese sectarismo prepotente y despótico que también se percibe en la Unión Europea, España y Cataluña
La contundente victoria de Donald Trump –conste en acta: no me gusta Donald Trump ni tampoco Kamala Harris- es la respuesta ciudadana a ese sectarismo prepotente y despótico que también se percibe en la Unión Europea, España y Cataluña