Alrededor de 25.000 navarros viven en caseríos o bordas (catastralmente denominados diseminados). Son construcciones independientes que pueden agruparse en parajes o corresponder a entidades locales, pero que suelen estar “muy aislados”, señala Pilar Munárriz, gestora de proyectos en la empresa autonómica Tracasa Instrumental. Esta circunstancia complica su identificación y registro en el catastro. Este fue uno de los motivos que llevaron a Munárriz a impulsar junto con otros departamentos de la Administración una herramienta que permite dotar a estas viviendas de una dirección y localizarlas en el mapa.