La autoindulgencia proyectada en el supuesto defecto del otro da una sociedad amorfa y gris, de tricotosas, perdida en su despropósito. La falta de introspección es la otra cara de la moneda de las maledicencias
La autoindulgencia proyectada en el supuesto defecto del otro da una sociedad amorfa y gris, de tricotosas, perdida en su despropósito. La falta de introspección es la otra cara de la moneda de las maledicencias