La anunciada reestructuración de Sumar va camino de eternizarse. Los cambios, salvo retoques estéticos, no se produjeron tras el batacazo electoral de la pasada primavera. Tampoco han llegado tras la bomba de racimo que el estallido del caso Errejón ha supuesto para el conjunto del espacio confederal. Y tampoco van a plasmarse, al menos no en tiempo y forma, en la asamblea de otoño que el grupo matriz tenía previsto celebrar a mediados de diciembre y que ya ha sido aplazada a marzo. Una situación que ya empieza a impacientar a algunos socios, como el caso de IU, cuyo coordinador federal reclama la celebración de unas primarias que no solo recompongan la coalición actual, sino que acerquen a formaciones ahora distanciadas, como Podemos.