Sin querer, el mayor Josep Lluís Trapero acaparó la atención en la visita institucional que el president de la Generalitat, Salvador Illa, y la consellera de Interior, Nuria Parlon, realizaron ayer al complejo central de Egara, en Sabadell, sede de la policía catalana. No fue un gesto banal. Al contrario, la cita estaba cargada de simbolismo, dentro y fuera de los Mossos d’Esquadra, que desde el jueves están inmersos en una nueva crisis de consecuencias judiciales impredecibles, tras la fuga de Carles Puigdemont en las narices de 702 policías catalanes.