Hay un teléfono rojo entre Junts y Esquerra que funciona siempre que hay asuntos capitales que negociar, aunque el resultado final no siempre es satisfactorio para todos. Es la relación entre sus secretarios generales, Jordi Turull y Marta Rovira. En la elección de Josep Rull como presidente del Parlament de Catalunya, igual que con el texto final de la ley de Amnistía, la relación entre ambos, que viene de años atrás, de los primeros compases del procés, fue clave.