La Torre vuelve a la vida. La pedanía al sur de Valencia, que es la puerta de entrada a los demás pueblos devastados por la dana del 29 de octubre, empieza a retomar poco a poco algo que ya se parece más a la vida cotidiana. Las barberías han vuelto a abrir, un restaurante en la calle principal de nuevo sirve almuerzos y los trabajadores de las empresas de limpieza y desatascos que campean por el barrio se sientan a tomar una caña al filo de la tarde. Vecinos y voluntarios terminan de sacar, por su cuenta, el lodo de los garajes de varias fincas. Pero, paradójicamente, uno de los bloques que aún 28 días después de la debacle tiene uno de sus sótanos todavía anegados es el que está destinado a quienes perdieron sus casas, precisamente, por las inundaciones.