La Bóveda de Toro, como tantos otros pueblos de la España vaciada, fue un lugar lleno de vida que alcanzó los 2.000 vecinos. Hoy en este municipio de Zamora viven solo 700 personas, pero hay decenas de familias latinoamericanas que están rompiendo esa tendencia que deja casas, escuelas y negocios vacíos. El pueblo crece. Puede verse en el mestizaje de los niños que salen en estampida del cole, en el seseo entremezclado con el acento local y en el plátano macho que se vende en el colmado. La clave está en una empresa cerealística.