El varapalo del TJUE y del Parlamento Europeo tiene un triple valor: en primer lugar, desenmascara las falacias del movimiento independentista; en segundo lugar, fortalece el prestigio de la Justicia española; en tercer lugar, pone límites a quienes se escudan en la Unión Europea para burlar la ley y autocalificarse de exiliados cuando son prófugos de la Justicia