Entre el tanatorio de la M-30 y el templo religioso, se abre paso el jardín de Salvador de Madariaga, un espacio deportivo abandonado a su suerte desde hace años que mantiene en vilo a sus vecinos: «Pedimos más limpieza y vigilancia»
Entre el tanatorio de la M-30 y el templo religioso, se abre paso el jardín de Salvador de Madariaga, un espacio deportivo abandonado a su suerte desde hace años que mantiene en vilo a sus vecinos: «Pedimos más limpieza y vigilancia»