El boleto se selló en un despacho de un estanco que lleva en el pueblo «toda la vida», destaca su dueña, que no sabe quién lo compró «y tampoco lo diría de saberlo»
El boleto se selló en un despacho de un estanco que lleva en el pueblo «toda la vida», destaca su dueña, que no sabe quién lo compró «y tampoco lo diría de saberlo»