El Congreso de Esquerra Republicana estaba condenado a tener un tango por banda sonora. Que un grupo conformado por militantes se encargara de amenizar, el sábado, la pausa de la comida con música rioplatense fue solo el principio. Hubo intento de cariño, pero también mucho desengaño, bajo la mirada en azul de un retrato de Carlos Gardel. El tándem Oriol Junqueras–Elisenda Alemany, que pilota el partido desde el pasado diciembre, consiguió efectivamente aprobar su hoja de ruta y salir indemne de la gran cita donde dibuja su nuevo camino. Pero sobre el otro objetivo, el de recoser un partido aún devastado por el cisma del año pasado, se mantiene aún un gran interrogante. Y la lista de deberes es larga si se quiere cumplir con objetivos ambiciosos como el de recuperar la mayoría independentista en 2030.