Cuando su abogado le comunicó por teléfono que el caso que le ha amargado la vida durante los últimos tres años había quedado archivado, sepultado, enterrado para siempre, Sergi Cebrián rompió a llorar. Asuntos Internos acusó a este agente de la unidad de información de los Mossos d’Esquadra de filtrar datos sensibles a delincuentes del barrio de La Mina de Sant Adrià de Besòs (Barcelona) a cambio de 150 euros por consulta. Un juez de Barcelona ha dicho ahora que todo eso no se sostiene: sus accesos a bases de datos policiales (por las que se le acusaba de revelación de secretos) no fueron “desproporcionados ni improcedentes”. Tampoco hay prueba alguna del soborno. La Fiscalía había pedido el archivo y, como no hay ninguna otra acusación, la causa penal ya no prosperará. Cebrián, de 51 años, respira aliviado. Pero, por más inocente que sea, ya nada es como antes. Su vida personal se ha quebrado (no ve a su hijo desde que fue detenido) tanto como su vocación profesional: “Ya no quiero ser policía”.